En los tres meses de verano las plantas maduran, las flores y los frutos aparecen abundantemente, las temperaturas aumentan y hay más horas de luz solar. Si observamos la naturaleza, su funcionamiento es perfecto, nos ofrece frutas y verduras en cada estación que favorecen el equilibrio de nuestro organismo.
En verano nos ofrece frutas y verduras con más contenido en agua. Ya que como es lógico, con el aumento de las temperaturas necesitamos hidratarnos y refrescarnos.
La estación de verano pertenece al elemento fuego, y su energía es expansiva. Nosotros también notamos este cambio de la energía en nosotros, nos apetece estar más al aire libre, y generalmente estamos más animados y vivimos hacia fuera. El objetivo energético a conseguir con la cocina es enfriar, abrir y relajar nuestro cuerpo para poder sobrellevar el calor extremo propio de la estación.
En la naturaleza el verano es el momento de la floración, pues se producen las células reproductoras, futuras semillas. Por eso las verduras en forma de flor, lo más expansivo de las plantas con sabor amargo, son una buena elección para el verano.
Achicoria, escarola, alcachofas, flores de verano y otras que no son flor como el perejil, las acelgas, son un ejemplo de un sabor amargo saludable.
El sabor amargo proveniente de las verduras o los cereales tostados, tienen un efecto relajante, refrescante, laxante, algunas veces estimulante, pero no excitante, es decir no exasperan las glándulas suprarrenales, como lo hace el amargo café.
Las verduras de fruto, como tomates, pimientos y berenjenas, expanden y enfrían más que las de hoja. Son aconsejadas en personas de fuerte consumo de proteínas animales; como embutidos y salazones.
Otros alimentos de esta estación, son las frutas, que aunque no disponen de almidón como las verduras y sí una cantidad importante de azúcar de rápida asimilación, tienen como propósito refrescarnos en la época estival, y comidas con moderación son un regalo de la naturaleza para equilibrarnos cuando hay temperaturas altas.
Los órganos que se activan en esta época son el corazón y el intestino delgado. En Extremo Oriente se define el corazón con el yo o intimidad del alma. Es el lugar de conjunción y choque de las fuerzas del cielo y de la tierra, ocasionando la expansión y contracción rítmica del corazón que origina el latido.
El intestino delgado en Oriente representa el Ser. El 90% de los nutrientes se absorben en el intestino delgado, hay que mantenerlo limpio y flexible, evitando alimentos pegajosos, como mantequilla, productos untuosos, harinas y queso.
Los alimentos por tanto recomendados para esta estación son: maíz, quinoa, verduras de hoja grande, algas nori, alga dulse, alga kombu, alga agar-agar, calabaza de cacahuete, nueces, bardana, semillas tostadas. Legumbres grandes: habas secas, judías rojas, pickles de corto tiempo…
Los alimentos que desequilibran la energía fuego son: todo tipo de embutidos, carnes rojas, quesos curados, estimulantes como café (cafeína), tabaco (nicotina), té (teína), chocolate (teobromina), azúcar, bebidas enlatadas, gaseosas, cocciones en horno y fritos, picantes, especias tropicales.
Un desequilibrio en la energía fuego puede llevar a desarrollar enfermedades cardiovasculares y condiciones subyacentes como arteriosclerosis, hipertensión, hipotensión, hipercolesterolemia, aneurisma entre otras.
Las frescas noches veraniegas unidas a las vacaciones, se prestan a reuniones y celebraciones, contribuyendo a ese ambiente festivo y relajado del verano.
Que disfrutéis mucho de esta época del año!!
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